La actividad física ayuda a mejorar
las capacidades físicas de cualquier persona y así mismo las de aquellas que
por algún tipo de circunstancia (enfermedad, accidente, traumatismo, o
cualquier otro problema) se hallen mermadas de alguna manera física, mental o
sensorial. Con esta actividad se pueden mejorar factores distintos como la
movilidad, autonomía, autoestima, aceptación por otros, sociabilidad,
comunicación…, que hacen referencia de forma implícita a la salud y calidad de
vida de las personas como pilares básicos.
Hay que tener presente siempre tres
aspectos fundamentales y a los que hemos sumado un cuarto no menos importante
para poder intervenir de manera adecuada en nuestras clases con alumnos con
discapacidad:
- La persona como individuo único y
con características propias.
- El contexto social donde vamos a
intervenir.
- El proceso de aparición de la
discapacidad.
- Los
recursos de los que disponemos.
Por desgracia, sigue incorporado a
nuestra sociedad la idea de que cuando hablamos de “persona discapacitada”, le
aplicamos una etiqueta, o le incluimos en un estereotipo, provocando que la
imagen que recibimos sea de una persona enferma, que va en silla de ruedas,
débil, que no puede hacer nada. Por ello, cuando recibimos a una persona en
nuestras clases, que quiere participar en un programa de actividad física,
antes de ponerlo en duda, tenemos que mantener una mente abierta, con unas
miras amplias, y preguntarnos en primer lugar ¿cómo se ha convertido en discapacitado?
Si no hacemos esto, nos podemos equivocar en todo lo demás, antes de planificar
nada, antes de comenzar, ya vamos mal desde el principio.
Debemos comprender las causas de esa
deficiencia física o mental y comprender los conceptos anteriores de
deficiencia, limitación, discapacidad y minusvalía.
Lo importante es que cuando hablamos
de deficiencia (etiqueta), nos referimos a un diagnóstico, a una característica
de una persona en concreto. Confundiendo a deficiencia con la realidad
individual y social de la persona. Etiquetar es creer que podemos definir a una
persona por su deficiencia, porque eso la reduce a su anomalía, aislándola de
sus capacidades, eso es tendencioso. Por lo general, tendemos a creer que
personas con deficiencias similares tienen las mismas características y necesidades.
Las deficiencias deben ser para
nosotros como un diagnóstico, una información útil, ese es el punto de partida
a partir de aquí debemos recabar información cualitativa según as capacidades
funcionales de cada persona.
Cuando hablamos de actividad física adaptada
debemos pensar en una persona concreta que tiene una deficiencia significativa,
que se traduce en limitaciones funcionales. A modos de ejemplo si
tiene una deficiencia auditiva o en el habla, el problema fundamental con el
que se encuentra es de la comunicación. En muchos casos, el problema del alumno
o la persona que sea puede ser muy diverso, desde: no poder desplazarse, de no
poder resistir un esfuerzo prolongado, el no comprender lo que se le dice, ser
incapaz de sujetar un objeto, no entender la información, no soportar entornos
con mucho ruido o cambiantes, cualquiera de estas deficiencias provocará
dificultades de aprendizaje.
Para evitar todas estas dificultades
se produce lo que llamamos adaptación, que es un proceso individual
sobre una persona determinada a la que se le ofrecen medios especializados e
intervenciones concretas para que pueda mejorar su capacidad de funcionamiento.
Justificación de las adaptaciones en las actividades
físico deportivas
Adaptar, como hemos visto, es
facilitar o hacer accesible la participación en las actividades del alumnado
con discapacidad.
Cuando el menoscabo en los
diferentes parámetros físicos, mental o sensorial no es muy significativo,
puede participar con los demás compañeros y compañeras.
Habrá que adaptar algunos elementos
que definen estas actividades (material, espacio, tiempo, composición de los
grupos, formar de puntuar, reglas).
La condición “sine qua non” para
ofrecer a los alumnos y alumnas con discapacidad la posibilidad de hacer
deporte y participar con sus compañeros y compañeras, es que se sienta:
- Útil.
- Aceptado para participar con
todos.
- Que progresa y que mejoran sus
competencias personales.
- Alcanzar las sensaciones de
bienestar y placer por los logros conseguidos.
- Reforzar su compromiso por mejorar
sus capacidades y habilidades.
ACTIVIDAD
FÍSICA ADAPTADA
Programar actividades específicas
para el alumnado con discapacidad dentro de una educación general, que
favorezcan el desarrollo motor de los niños y que supongan un aprendizaje para
toda la vida, nos hace centrarnos en las actividades físicas adaptadas. Los
educadores se han visto en la necesidad de integrar a los alumnos con
necesidades educativas especiales en aulas ordinarias, lo que les obliga a
realizar una educación personalizada.
El principal problema que se
presenta en las clases de educación física es hacer participar realmente al
alumnado con discapacidad motriz en nuestras clases prácticas, por el motivo
que sea, bien visual, motriz, fisiológico o mental. Como dice la profesora Ríos
(2001), no debemos caer en la falsa integración de que hagan estos alumnos
exclusivamente acto de presencia, asuman roles pasivos, abusen del trabajo teórico,
destinen el tiempo de clase a sesiones de fisioterapia o/y la realización de actividades
individualizadas al margen de los compañeros. Para conseguirlo debemos ser realistas
y proponer actividades adecuadas a las necesidades que requieren y sus posibilidades.
El profesor de educación física tiene
la necesidad de consultar o recibir información por parte de los diferentes
especialistas como:
- Médico: aspectos importantes de
los déficit.
- Fisioterapeuta: para saber más
sobre sus posibilidades de movimiento.
- Tutores: las relaciones con los
demás y sus propias actitudes en el aula.
Todos estos contactos serán muy
positivos, para el alumnado y para el profesor, que con ellos ampliaran los
conocimientos sobre los alumnos, para mejorar en sus posibilidades de actuación
de un modo más racional con la discapacidad motriz.